En las escuelas ya no se oyen las voces de los maestros o el correr de los niños en el receso, en las empresas muchos llegan a cobrar sus cheques de liquidación antes de ver en quiebra el lugar que le dio de comer a su familia, las calles se ven vacías, sin tráfico, en los centros comerciales vemos poca gente comprando comida o lo necesario.
Sí, el mundo se paralizó con un virus que no solamente está matando a mi-}les de personas, sino que además está llenando de miedo, hambruna y des-esperación a la gente. Pareciera que el contagiarse está pasando a un segundo término, cuando hablas con empresa-rios que con lágrimas en los ojos cierran sus empresas dejando a cientos de personas sin empleo o en pláticas con amigos que te dicen de sus problemas en casa porque no hay entradas de dinero y los pagos siguen. Así, sentimos miedo porque las cosas no pintan bien y sé que tú también lo sientes, pero yo te digo que la fe, la esperanza y el buen ánimo deben existir en tu corazón, que es necesario no dejarte vencer por la depresión, que necesitas estar con la mente alerta viendo opciones positivas en estos momentos desafiantes; observa cómo voltea y ve, sí ve el mundo, observa como hemos hemos sido obligados a estar en casa, adentrándonos en nosotros mismos y reconociendo lo verdaderamente importante que es la vida, la familia.
Hemos visto en redes sociales venados en iglesias, manadas de elefantes cruzando calles, delfines en Venecia, pavorreales en España; hemos visto como el aire se ha limpiado y las aguas purifica-do; hemos visto empresarios que salen a la calle a entregar despensas, personas que dan platos de comida a la gen-te que lo necesita. Hemos visto cómo al mundo hombres, mujeres y niños conectan su espíritu con lo divino, tú y yo hemos tenido la oportunidad de ver la transformación de un mundo, donde la maldad, el ego, el poder, estaban acabando con todo. Sí, es difícil para mí, claro que me preocupo porque el dinero o la co-mida solo alcance para un tiempo, pero es tan grande mi agradecimiento, mi fe y mi esperanza en la humanidad, que sé que estaremos bien, que este solo es un proceso de despertar de conciencia y que tengo la oportunidad de enfrentarme a lo único seguro que tengo des-de que nací que es la muerte, que debo de dejar de sentir miedo por algo que es tan natural y que tarde o temprano pasará. Esto no significa que me exponga o no me cuide, pero si pasa, no pasa nada, es parte de la vida.
En estos renglones te invito a que te prepares, a que le digas a la gente que te rodea cuanto la amas y que veas el amanecer como algo mágico. Este virus ha logrado lo que ni gurús o maestros espirituales han trabajado por años, ahora, nos hemos adentrado en nosotros, en donde sin hacer nada, estamos haciendo cambios en el mundo, llegar a ese estado de conciencia no es sen-cillo, es una preparación en donde tú estás listo y estás decidido a vivir, ese es el más difícil paso que debes de dar para comenzar el inicio de un hermoso despertar, de estar en sintonía y conectado con el universo. Poco a poco llegarán a ti artículos, videos, personas que te ayudarán a recordar lo perfecto y maravilloso que eres, tu origen divino, podrás entender cómo la felicidad, la paz, la armonía, el comer sano y equili-brado te lleva a ese estado, a esa actitud de saber que todo estará bien.
En estos días acompañé a una persona a urgencias porque se lastimó una mano y tenían que hacerse unos es-tudios, mientras esperaba en un área improvisada de urgencias en el Hospital del Niño y la Mujer, observaba a todos los que llegaban con algún tipo de dolencia, atendidos por una mujer servicial y atenta a todos cuantos llegaban, solo con un tapabocas que cubría parte de su rostro.
A mi lado una pareja de señores ya de edad avanzada me escucharon hablar con un consultante y al colgar la llamada me preguntó el señor que si creía que su esposa se iba a morir, realmente me sorprendió la pregunta y la mujer me veía con ojos de susto. Yo respondí con una sonrisa a través del cubrebocas que traía puesto y con una mirada llena de amor y compasión, mi respuesta fue: mire señor yo creo, que todos vamos a morir, la dife-rencia es cómo vivimos, la mayoría de personas ni siquiera están conscientes de que viven y a muchos otros su pasa-do, sus rencores, dolores y tristezas los enferman de tal manera que mueren un poco más rápido de lo previsto.
Yo siento que su esposa trae tristezas que no ha sanado desde niña y que lo que necesita es mucho amor, tal vez a usted le toca ser su doctor. Ella, con lágrimas en los ojos, me dijo que de niña a los 3 años intentó suicidarse y que no lo logró.
Su tristeza era tan grande pudo que no pudo contenerse, le dije que alguna vez escuché unas palabras muy sabias de una persona que amo y admiro, una gran maestra que es mi hermana y me dijo: los enfermos están enfermos porque quieren.
Enseguida escuchó su nombre, se despidió y entró a la sala de urgencias. El señor, al seguir la conversación, me dice con el mismo tono que al principio: estoy seguro que mi mujer se muere. Me imagino tu rostro al leer estas palabras del esposo, pero he conocido miles de personas que ven tan fácil la respuesta que no la creen, no ven la maravilla de todo lo que nos rodea y el porqué de todo, su ignorancia los mata.
Cuántas veces de tanto escuchar tra-gedias en la televisión o ver y escuchar de todos los muertos, sentimos que no podemos respirar o que nos sentimos
No nos mata la enfermedad, nos mata el miedo
Wendy Barrera HAPPY SOUL COACH
Medio de comunicación que informa sobre temas de la equidad de género, así como de la participación de la mujer en la vida política, laboral, empresarial, social y familiar.
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