Hay una escena que se repite en miles de ciudades, pueblos y rincones del mundo: una mujer que, sin hacer ruido, está resolviendo algo que nadie más vio, sosteniendo un proyecto que parecía imposible o tomando una decisión que va a mejorarle la vida a más de una persona. No aparece en los periódicos, no da discursos frente a reflectores—pero está liderando.
Ese es el liderazgo femenino transformador: el que no presume, el que construye.
Durante décadas, nos vendieron la idea de que el liderazgo debía ser duro, vertical y casi siempre masculino. Nos dijeron que había que hablar fuerte, ocupar espacio a la fuerza, negociar como si estuviéramos en guerra. Pero la realidad—y perdón por la honestidad descarada—es que ese modelo ya caducó más rápido que una moda de TikTok.
Hoy, el liderazgo que verdaderamente impulsa cambios no es el que grita más fuerte, sino el que entiende mejor.
El que suma en lugar de competir.
El que crea comunidad en lugar de imponer autoridad.
El que cuida mientras transforma.
Las mujeres llevan años haciéndolo, aunque pocas veces se les ha reconocido. Y ahora, finalmente, empezamos a verlo: desde fundadoras de empresas que diseñan soluciones sociales, hasta directivas que rompen techos de cristal con martillo, pintura dorada y una playlist de Beyoncé. También están las líderes silenciosas: maestras, madres, cuidadoras, emprendedoras pequeñas, activistas barriales… mujeres que construyen futuro sin tener que pedir permiso.
Pero ojo: esto no es romanticismo barato. No es “ay, las mujeres son mágicas”. No. Las mujeres lideran bien porque trabajan doble, se preparan el triple y se apoyan entre sí cuando nadie más lo hace. Lideran bien porque sobrevivieron a estructuras que no estaban hechas para ellas, y aun así, decidieron rediseñarlas.
Cuando una mujer levanta a otra, pasan cosas que ni el mercado financiero puede explicar.
Cuando juntas forman una comunidad sorora, lo que cambia no es solo la vida de ellas, sino la de generaciones completas.
Y eso—sin adornos—es lo que está moviendo el mundo.
El futuro no será femenino “por moda”.
Será femenino porque funciona.
Porque cuando las mujeres toman decisiones, las soluciones son más humanas, más inteligentes y más sostenibles.
En Gunaa, creemos en ese futuro con la fuerza de quien sabe que ya empezó. Aquí no venimos a aplaudir desde lejos; venimos a construir, respaldar y amplificar historias de liderazgo que merecen resonar. No hablamos de empoderamiento como slogan vacío, sino como movimiento real. Aquí la voz de cada mujer importa, vale y transforma.
No estamos diciendo “vamos a cambiar el mundo”.
Estamos diciendo: ya lo estamos cambiando.


Directora General de Gunaa Revista












