Hoy, 25 de julio de 2025, Santiago de Querétaro celebra con el corazón en alto su 494º aniversario de fundación. Esta ciudad, joya en el centro de México, es mucho más que un destino turístico o un punto en el mapa: es un testimonio vivo de la historia, un crisol de culturas y un faro de progreso que sigue iluminando el camino de la nación. Desde sus raíces prehispánicas hasta su vibrante modernidad, Querétaro invita a todos a enamorarse de su legado y a ser parte de su historia. ¿Estás listo para descubrir por qué esta ciudad es tan especial?
Un origen entre la historia y el milagro
Imagina el año 1531, en el Cerro del Sangremal. El conquistador Hernán Pérez Bocanegra y el cacique otomí Conín, bautizado como Fernando de Tapia, enfrentaban una batalla ritual para evitar un mayor derramamiento de sangre. De repente, un eclipse solar oscureció el cielo, las estrellas brillaron en pleno día y una cruz luminosa apareció junto a la figura del Apóstol Santiago a caballo. Este milagro, interpretado como una señal divina, marcó la rendición de los chichimecas y el nacimiento de Santiago de Querétaro. Hoy, la cruz de piedra de aquella época, resguardada en el Convento de la Santa Cruz, sigue siendo un símbolo de fe y de la singular fundación de esta ciudad, inmortalizada en su escudo de armas.
Raíces milenarias que laten en cada rincón
Antes de la llegada de los españoles, Querétaro ya era un vibrante asentamiento indígena. Su nombre, cargado de significado, nos conecta con sus orígenes: en otomí, Maxei o Ndamaxei significa “lugar del juego de pelota”, evocando antiguos centros ceremoniales; en purépecha, k’eri irétarho se traduce como “lugar del gran pueblo”. Culturas como los otomíes, purépechas y chichimecas dejaron su huella en sitios arqueológicos como Toluquilla, Ranas y El Pueblito, que hoy nos invitan a explorar la riqueza prehispánica de esta tierra.
Un escenario clave en la historia de México
Querétaro no solo ha sido testigo, sino protagonista de momentos que definieron a México. En la histórica casa de Doña Josefa Ortiz de Domínguez, conocida como la “Corregidora”, se gestó la conspiración que encendió la chispa de la Independencia en 1810. En 1848, la ciudad fue escenario de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, un capítulo trascendental en la historia continental. En 1867, el Cerro de las Campanas marcó el fin del Segundo Imperio Mexicano con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo. Y en 1917, el Teatro de la República acogió la promulgación de la Constitución que aún nos rige. Cada calle, cada plaza, cuenta una historia de lucha, valentía y transformación.
El Acueducto: un símbolo eterno
Si hay un emblema que define a Querétaro, es su majestuoso Acueducto. Construido en 1726 por el Marqués de la Villa del Villar del Águila, esta obra maestra del barroco novohispano, con sus 74 arcos y 28 metros de altura, no solo resolvió la necesidad de agua, sino que se convirtió en un ícono de ingenio y belleza. Caminar bajo sus arcos es sentir el peso de la historia y la grandeza de una ciudad que siempre ha sabido mirar al futuro.
Un patrimonio que trasciende el tiempo
En 1996, el Centro Histórico de Querétaro fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, un reconocimiento a su traza urbana barroca, sus templos majestuosos como Santa Rosa de Viterbo o San Francisco, y sus casonas llenas de historias, como la Casa de la Marquesa o el Palacio de la Corregidora. Pero Querétaro es más que monumentos: es la calidez de su gente, el sabor de su gastronomía, la música de sus plazas y la vida que bulle en cada rincón.
Una ciudad que abraza el futuro
Hoy, Querétaro es sinónimo de progreso. Estratégicamente ubicada en el corazón de México, se ha convertido en un polo de desarrollo industrial, tecnológico y educativo. Su Universidad Autónoma de Querétaro, con raíces en 1625, es la tercera más antigua de América y un faro de conocimiento. La ciudad combina su rica herencia con una modernidad vibrante, ofreciendo una calidad de vida envidiable y atrayendo talento de todo el mundo.
En este 494 aniversario, Santiago de Querétaro no solo celebra su pasado glorioso, sino que extiende una invitación al mundo: venir a vivir su presente vibrante y ser parte de su futuro prometedor. Porque en Querétaro, cada piedra cuenta una historia, cada esquina guarda un secreto, y cada visita se convierte en un amor eterno.